viernes, 13 de enero de 2012

El currículum a partir de la sociología o la socioantropología


La fuente sociológica o socioantropológica ha de ser una de las fundamentales, puesto que es la que nos ayuda a establecer cuáles son los contenidos que el alumno ha de asimilar para poder convertirse en un miembro activo de la sociedad cuando sea adulto. Pero la fuente sociológica, que debe encontrarse en la base de cualquier planteamiento educacional, nos orienta también sobre otras cuestiones tales como, por ejemplo, de qué manera hay que elaborar el currículum para que no se produzca una ruptura o una disociación entre las actividades escolares y las extraescolares.
El análisis sociológico se torna fundamental, porque la enseñanza no puede limitarse a una cuestión técnica, sino que implica una reflexión más amplia, de fondo, sobre el concepto de educación, de enseñanza escolar y sobre el papel de ésta en el seno de la sociedad. La manera como entendamos el conocimiento escolar condicionará decisivamente nuestra tarea como profesores.
En este sentido, nos parece interesante el planteamiento de A. Pérez por el cual el objeto fundamental de la instrucción escolar tiene que ser la reconstrucción del conocimiento del alumno. El autor distingue entre tres tipos de conocimientos: el científico, el vulgar y el académico.
Los niños, los nuevos miembros de la comunidad, deben aprender una serie de conocimientos (lingüísticos, filosóficos, tradicionales, técnicos, etc.) a fin de poder comprender su entorno y adaptarse a él críticamente. Todos los niños, de manera espontánea e informal, van asimilando conocimientos y desarrollando conductas adaptadas, en un grado más o menos elevado, al contexto que encuentran. Cada niño y cada niña van enriqueciendo sus conocimientos con nuevos datos que organizan en su memoria a la vez que desarrollan estrategias específicas percepción, de investigación y de asociación cognitiva de conocimientos. Pero este esfuerzo está sometido a muchos errores y deformaciones, por lo cual a menudo no queda reflejado el funcionamiento real del medio ni se forman estrategias eficaces de investigación. Lo que se desarrolla a menudo, como resultado de esa relación espontánea del niño con aquello que le rodea es un conocimiento vulgar, empírico, que no va más allá del aspecto superficial de las apariencias; se trata de un conocimiento deformado de la realidad.
La escuela ha de tomar como referencia el conocimiento científico. Pero de la misma manera que los científicos han tenido que romper con sus conocimientos vulgares, el niño también debe hacerlo; tiene que llevar a cabo un aprendizaje lógico, sistematizado, tiene que cuestionarse sus creencias previas y tiene que desarrollar mecanismos de investigación racional. Pero esta ruptura no es fácil, por lo cual es imprescindible establecer un puente que una el conocimiento vulgar (el punto de partida de cada niño) con el conocimiento científico (el referente final). Este puente es lo que se ha denominado conocimiento académico, al que el alumno ha de acceder rompiendo con el conocimiento vulgar y reconstruyendo de nuevo ese conocimiento.
Detrás del enfoque curricular de la Reforma del Sistema Educativo hay, sin embargo, una concepción más amplia de lo que tiene que ser la educación escolar. Esta concepción gira en torno de la formación integral, la cual se plantea en términos de capacidades que se deben conseguir y de aprendizajes funcionales. No se limita, por tanto, a los conocimientos, sino que en su aplicación se opta por una visión más amplia del concepto de contenido escolar a fin de que esos contenidos hagan referencia a todos los ámbitos de la persona (cognoscitivo, afectivo-social y psicomotor). Sería bueno poder ampliar la concepción de reconstrucción a partir del conocimiento vulgar con la concepción de formación integral.

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